Nacido en Etchojoa, Sonora en 1948, comienza a pintar a la temprana edad de ocho años sobre sacos de harina. A los 15 años se traslada a la ciudad de Hermosillo donde cursa el taller de Escenografía en la Universidad de Sonora, el cual lo ayuda a adentrarse más en forma al mundo de la pintura. Cuatro años después, se muda a Guadalajara donde descubre que puede hacer de la pintura una carrera profesional.

Desde muy joven es un viajero que se mueve constantemente de lugar a lugar. En 1977 se muda a París donde empieza a experimentar con nuevos materiales como óleos, lápices, rayados y raspaduras.

Es aquí donde pone en práctica todo lo aprendido en Sonora para crear nuevas piezas. Dos años después participa en el renombrado Festival Internacional de la Pintura de CAGNES-SUR-MER en Francia y gana el primer lugar. Así continúa exponiendo su obra en ciudades como Londres, Lyon, París, Antibes, Burdeos, Luxemburgo, Chicago y Sao Paulo. En 1985 regresa a Guadalajara y se instala en Chapala.

Se le conoce como un “navegante solitario” ya que se mantiene retirado de los grupos, apoyos y escenas culturales. El camino que tomó desde pequeño de utilizar lo que tenía a su alrededor para darle vida a sus obras lo ha convertido en un máximo experimentador a la hora de ensayar, usando instrumentos de cocina como ralladores de queso, cucharas, embudos, coladeras y hasta huesos de pollo.

El color azul está plasmado en la mayoría de sus obras. Este color viene desde su raíz que se forma al nacer y ser criado a las orilla del Mar de Cortés. Según Fernando Robles, el azul es el color que une a su infancia con el presente.

Para él, sus cuadros no tienen una secuencia narrativa, si no que cada obra cuenta su propia historia. Es un gran deleite ver cómo sus recuerdos y vivencias de pequeño en nuestra tierra sonorense viven en sus cuadros y llegan a diferentes rincones del mundo para que nuevos espectadores las vivan y disfruten.