Historia

El casino de Hermosillo

Por Jesús Felix Uribe García

Durante la década de 1940, inició el desarrollo agrícola de La Costa provocando una primera ola de inmigración a la ciudad. Entre los miles de allegados, se avecindaron profesionistas, comerciantes y otros, formando un núcleo social con requerimientos espaciales de otro nivel, como fue, en este caso, el centro de reunión social llamado Casino.

Fachada del Casino de Hermosillo, en Comonfort y Dr. Paliza. (Desaparecido).

El primero fue habilitado en el último piso del Edificio Sonora, a mediados de 1945. El local no cumplía con los requisitos de un casino, por lo que el Consejo del Casino de Hermosillo, A. C., aprobó la construcción de un edificio proyectado para este fin. El proyecto, hecho público el 14 de agosto de 1948, avisó que en breve convocaría a las compañías constructoras de la localidad, para la realización de la obra. La construcción inició en la segunda mitad del siguiente año. Ubicado en la esquina de Comonfort y Dr. Pesqueira, cumplía con un programa arquitectónico acorde a su fin.

Las décadas de los cincuenta y sesenta fueron de gran bonanza para Hermosillo. Los campos agrícolas de La Costa, producían ya ingentes cantidades de algodón para la exportación, captando divisas que se reflejaban en la construcción de modernas mansiones. La arquitectura está asociada a los momentos de esplendor económico. En nuestro caso, fue la agricultura de exportación, la que abrió las puertas al desarrollo urbano y arquitectónico de la ciudad. El gobernador del Estado, licenciado Luis Encinas Johnson, 1961-1967, puso en marcha dos “planes” para el desarrollo económico y urbano de la ciudad. El Plan de los 10 años, para el desarrollo de la industria, y el Plan Hermosillo, para su reacondicionamiento. La obra de Encinas fue la primera intervención urbana a la ciudad de importancia. Habilitó bulevares, como el Transversal o Encinas, el Encinas, el anillo periférico y otros más, además de espacios públicos, como las plazas.

El desarrollo de la región agrícola de La Costa y una incipiente industria, propició el crecimiento de la ciudad,  y el viejo casino no era suficiente ya para las necesidades del momento. Un grupo de empresarios, capitaneados por Julio Araiza Martínez, de quien no tenemos más noticias por el momento, se lanzó a la construcción de un nuevo casino. Convocaron a los arquitectos de la localidad al concurso del proyecto arquitectónico. El 3 de marzo de 1964, venció el plazo de la convocatoria, resultando ganador el arquitecto Hiram Marcor Mora. El proyecto está influenciado por la obra del ingeniero italiano, Pier Luigi Nervi, (1891-1979), graduado en la Universidad de Bolonia en 1913, propuso un novedoso sistema para el uso del concreto armado. Uno de los máximos exponentes del racionalismo arquitectónico en las décadas de los veinte y treinta, proyectó el Palacio de los Deportes, en Roma, (1965-1957).

Palacio de los Deportes. Roma. 1956-57. Pier Luigi Nervi.

 La primera piedra fue colocada el 2 de enero de 1965, por el licenciado Luis Encinas, gobernador del Estado, acompañado por Roberto Astiazarán, presidente municipal y por el Presidente del Patronato, Julio Araiza. Para su construcción, adquirieron los terrenos que antes fueran los talleres del Gobierno del Estado, en el inicio del actual bulevar Eusebio Francisco Kino. Esta rúa era la carretera Internacional, habilitada como bulevar e integrada a la ciudad un año antes. Las obras avanzaban alterando el paisaje urbano del rumbo. En abril del mismo año, estaban por concluir la primera etapa. El presidente del Patronato informó que trabajaban activamente en la puesta en servicio del llamado “Casinito”, exclusivo para los hijos de los socios menores de quince años, en cuatro oficinas para uso de los clubes sociales, en los servicios de cocina, sala de belleza y barbería. Aceleraban los trabajos en la gran pista de baile, con una capacidad para mil doscientas personas.

La iniciativa del arquitecto Hiram Marcor Mora y de Julio Araiza Martínez, tenía proporciones bastante respetables para una pequeña ciudad. Se trataba de un complejo arquitectónico de altura, proporcionando espacios de encuentro social inéditos para la ciudad. La gran cúpula del salón de baile tomaba forma enmarcada por el cuerpo principal, un largo volumen de planta curvada. En general, un proyecto bastante atrevido.

Además de espacio de encuentro de los socios, fue escenario de eventos de trascendencia nacional e internacional, como lo fue el Quinto Congreso Nacional de Radiología, inaugurado la noche del 15 de abril de 1970. Asistieron ciento veinte delegados de distintas partes del país, a los que se sumaron especialistas de Arizona, California, Florida y Dinamarca. Evento de carácter científico que puso de manifiesto la importancia tanto de la ciudad como del edificio recientemente inaugurado. Un año después, a fines de mayo de 1971, la Misión Comercial del Sur de Sonora, presentó la Exposición de Productos Mexicanos en el Salón Circular. El Casino de Hermosillo cumplió también el papel de Centro de Convenciones.

La sociedad de mediados de siglo pasado, disfrutaba de la formalidad de los casinos, de la música en vivo de las grandes orquestas. Pero nuevos tiempos traen nuevas formas. La película, “Fiebre del sábado por la noche” (1977), actuada por John Travolta, formaliza un nuevo espacio de encuentro social. La solemnidad de los bailes de gala, de “pipa y guante” como se dice luego, va perdiendo su encanto. La juventud ochentera se lanza al relajo con música grabada y manipulada por los dj’s, y a grito abierto le pide al mesero otro servicio. Por varios puntos de la ciudad abren ahora sus puertas las recordadas discotecas, captando a los jóvenes.

Maqueta del Casino.

Desde mediados de 1978, circulaba el rumor del próximo cierre del gran Casino de Hermosillo. Los ingresos bajaban y los pasivos aumentaban. El arquitecto Hiram Marcor declaró, el 3 de agosto de 1980: “El Casino de Hermosillo es en realidad un monstruo de mil cabezas cuando se trata de sostenerlo, pero nuestra ciudad como toda una capital de un Estado tan importante como es Sonora, debe contar con un centro social, en el que el socio se sienta a sus anchas…” Pero los socios se hacían viejos y los jóvenes tienen una opción diferente. Sin aclarar la fecha, el arquitecto Marcor informa que “años atrás”, la membresía se redujo de seiscientos a doscientos cincuenta socios.

La gran bóveda, escenario de majestuosos bailes de lo más granado de la sociedad, cobijará ahora a grupos ajenos. Abren nuevos accesos al gran salón, para dar paso a otros personajes y otra música que, aunado a la “fuga” de sus socios y a los pasivos sobre los ingresos, fue apagando un espacio que, otrora, brillara en el espacio social de Hermosillo. Pero queda en la ciudad un edificio que fuera una de las grandes obras arquitectónicos del Hermosillo de mediados del siglo pasado y, en la memoria, el recuerdo del arquitecto Hiram Marcor Mora quien, con un gran entusiasmo se lanzó a proyectar y construir un verdadero complejo arquitectónico.

Autor:
Jesús Felix Uribe García
Arquitecto Urbanista

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