La Arquitectura Trasciende Estilos por Arq. Rogelio Cota Estévez

El tema del desarrollo sustentable no es algo de moda, es algo que muchas empresas están tomando como punto de partida para su avance y principalmente, para dejar huella en la sociedad.

Es muy común escuchar que la arquitectura se agrupa por estilos o géneros, lo cual hace a las personas tomar partido por un gusto en particular. Minimalista, ecléctico, mexicano contemporáneo, clásico, industrial, son algunos estilos que con frecuencia se utilizan para catalogar diferentes tipos de composición arquitectónica. Con frecuencia, tanto entre arquitectos (en especial estudiantes de arquitectura) como entre las personas en general (el usuario), se opta por elegir uno de estos estilos como el mejor sobre los demás.

Lo cierto es que esta es una cuestión de carácter subjetivo, si bien es totalmente válido tomar un estilo como el preferido en cada caso particular, lo que se debe de considerar en primer lugar es que la solución funcional y la composición volumétrica (proporciones) sea la adecuada. Si el programa arquitectónico y su solución responden a las necesidades del usuario, el estilo pasa a un segundo plano.

Dicho esto, es a partir de este punto donde destacan las obras arquitectónicas que perduran en el tiempo, que trascienden a un estilo o una época genérica. Son esas obras que pueden tener x o y cantidad de tiempo y nos siguen resultando dignas de análisis y contemplación. Es aquí donde podemos mencionar casos como Falling  Water de Frank Lloyd Wright, el Pabellón Alemán de Mies Van Der Rohe, The Aalto House por Alvar Aalto, entre otras. O bien, en el plano local podemos tomar como ejemplo La Casa de Gobierno de Sonora (década de los cuarentas), de estilo californiano, o la extinta Sonora Motors del Arq. Felipe N. Ortega, hoy en ruinas frente al Jardín Juárez en Hermosillo. 

Si bien el acceso a la información en la actualidad pone a nuestro alcance más y mejores opciones de casos análogos, lo cual permite elevar la calidad de nuestras propuestas, se debe de tener sumo cuidado de no caer en banalidades convirtiéndonos en arquitectos de catálogo. La solución integral de nuestras propuestas jamás deberá estar sujeta a factores de menor importancia. Por ejemplo, ver un elemento arquitectónico en internet y querer usarlo a como dé lugar en nuestra próxima composición, sin importar que este afecte o modifique la solución funcional, la materia objetiva.

Más allá de la envoltura de un proyecto, si éste atiende sus necesidades particulares y, mejor aún, si este genera alguna acción de cambio en su entorno (a la medida que sea) podrá considerarse como algo trascendental, que va más allá de lo ordinario.